Todos mis hobbies tienen algo en común: están completamente ligados al desarrollo
personal. No hago nada por hacer. Todo lo que forma parte de mi día a día tiene un
propósito claro: crecer, avanzar, ser mejor.
En esta etapa de mi vida, mis hobbies ya no son solo pasatiempos. Se han convertido en
una filosofía. En una forma de vivir. En una obsesión sana que me empuja cada día a dar
lo mejor de mí, a crecer, a no conformarme.
El desarrollo personal no es algo que haga a ratos: es mi estilo de vida. Me levanto cada
mañana con una misión clara en la cabeza: ser mejor que ayer. Eso implica trabajar mi
mente, mi cuerpo y mi espíritu. Leo, entreno, reflexiono. Busco tanto la perfección
como la excelencia, porque quien apunta al cielo, al menos, llegará a las estrellas.
El deporte es otra pieza clave en este camino. Estoy a tope con las MMA, el kickboxing y
el bodybuilding. No solo me entrenan físicamente, también me enseñan disciplina,
autocontrol, resistencia mental y humildad. Cada golpe que recibo me hace más fuerte.
Cada serie que quema me hace más resistente. Cada entrenamiento es una batalla
ganada contra mis límites.
No pierdo el tiempo en cosas que no me suman. Mi vida gira en torno a mejorar. A
superarme. A descubrir hasta dónde puedo llegar si de verdad lo doy todo. Y sé que esto
no es una fase: es el inicio de algo grande. Porque cuando haces del crecimiento tu
hobby favorito, tu vida entera se transforma.
Nicolás
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